… salí tras ti clamando, y eras ido.
San Juan de la Cruz
Quiso mi rostro ser piedra en tu memoria,
quiso el tiempo ser ceniza viva, mármol lejano,
convertirse en escorzo o tenue perfil de antaño,
como dos hojas nacidas del recuerdo,
cayendo en otoño, movidas por el viento,
posando en mis labios
su hondo suspiro eternizado.
Quiso esta palabra ser la última en este instante,
como la muerte, que danza sosegada,
sin conceder últimos retornos.
Recojo la suavidad de un ayer cristalizado,
el esplendor constante que emerge de la noche.
Recojo, en la inmensidad que me otorgaste,
una imagen de piedra para habitar
en la oscuridad que recorre mi cuerpo,
tímidamente, susurrando al silencio
aquellos lugares donde aún sangre la vida,
si pronuncio tu nombre.
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