martes, 14 de diciembre de 2010

Un instante

Caminando en el ahora
amaneces, en un esplendor
sin tiempo.

Un instante de amor
brilla en la totalidad
de los instantes.

Sopla el viento...
el corazón recoge
un suspiro eterno.

Crepúsculo

El corazón contempla
paisajes del alma,
nubes serenas, canciones
del viento.

Llega el crepúsculo...
cerrando la luz sus párpados,
acariciando la noche al sol,
en su cita amante con la luna.

Parpadean estrellas lejanas,
misterios de luz, astros de amor
que resuenan... allá en lo hondo
de nosotros.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Descanso

Descanso en la infinitud de mí mismo.
No hay nadie ahora, ni yo tan siquiera.
La noche vela en el crepitar de una llama.
Pronto ha de llegar el sueño.
No hay nadie en la infinitud de este instante.
Todo sucede. Todo parece abrirse a lo sin nombre.
Todo calla y es perfecto.
Todo descansa, sin saber más nada,
en la infinitud de nadie.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Tarde

hemos llegado tarde sin saber a dónde
las horas pasan tan deprisa
que escapamos y corremos
sin llegar nunca a ningún sitio

porque no sabemos a qué lugar
queremos llegar pero corremos
a menudo algo cansados

encontramos la felicidad
y de pronto notamos
que algo de nosotros se va con ella

sentimos que el tiempo no nos espera
que el barco zarpó sin nosotros
que nosotros no estamos allí
¿pero dónde?

vivimos olvidados de nosotros

estuvimos en el paraíso
y ahora es un reflejo inalcanzable
un sueño imposible
que languidece

caminamos ansiosos entre el tumulto
de otros que también llegan tarde
el destino se nos escapa continuamente
no hay tiempo para el silencio

después de aquella claridad crepuscular
que llamamos juventud todo se detiene
y nosotros andamos hacia un lugar incierto

dejamos de dejarnos vivir

después de la juventud
buscamos lo que creemos que nos pertenece
pero sin saber a dónde ir para encontrarlo
y se hace tarde y vivimos y es cada vez más tarde

y aprendemos a conformarnos
porque empezamos a estar cansados
y nos acostumbramos a esa búsqueda
prolongada de ilusorias pertenencias

porque es necesario correr
aunque no sepamos si hay o habrá alguna meta verdadera
algo se aleja pero nunca sabremos qué es
aunque vivamos siempre en esa habitual urgencia
de perseguir sombras y futuras quimeras
emprendiendo ese viaje misterioso de nosotros
que nos conduce sin saberlo
al mismo lugar del comienzo

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El sol del bodhisattva

El viento nace profundo desde el silencio del horizonte, 
camina tu corazón los pasos de la vida y de la muerte 
en un mismo segundo, en una misma eternidad, 
en un solo latir fugaz e inconquistable. 

Tu corazón es ese viento que palpita 
y lo hace surgir todo 
desde la nada. 

Caminas lejos de las sombras, 
como un soldado que no teme al mañana 
ni al frío cautiverio de ser el dueño 
de lo efímero. 

Vives sin prisa en una guerra que no temes, 
porque la materia del temor no te reconoce 
y aplacas la ira de los injustos regalando 
tu silencio. 

Lo das todo a cambio de nada y por eso 
te has ganado a ti mismo. Eres el Buda 
de la entrega, del amor que no desespera 
recompensas. Tu entrega es tu regalo, 
y tu corazón un tesoro que todos buscan 
afuera. Tú vives dentro, y como la luz, 
te proyectas de inmediato en lo oscuro, 
otorgando claridad y destellos de pureza. 

Los otros miran el sol directamente, cegándose, 
irremediables. Tú no miras nada, sólo buscas 
tu alma en el viento, el viento en el viento, 
y siempre el sol aparece detrás tuyo, dirigiéndose 
a donde tu mirada le lleve, buscando su luz en ti.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Ausencia

Pensar que hemos vivido
bajo el naufragio de los días,
derrotados por los sueños,
atentos a la espera, atentos a la nada.

Pensar que sólo fuimos ausencia,
infinitamente,
ausencia de nosotros mismos.

Sentir que las horas
se ahogan en el suspiro
de lo inmediato,
y que algunos rostros
son visiones agrestes,
caminando lentamente
hacia el olvido.

Esa es nuestra única fortuna,
el afán que ahora desvelamos,
y nos desvela.

Es inútil anhelar lo lejano.

La memoria sentencia ilusiones,
pero perviven sus sombras.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Vamos a la noche

Vamos a la noche sin miedo a su silencio
despacio por los horizontes desnudos
en siniestra celda de amor y presagio
Vamos a la noche no llegando
sin ninguna ofrenda ni lágrima enviada
a los cielos lejanos
Vamos donde no viene nadie
al último rincón de una sombra
ausente del dolor y de la muerte
Vamos al espacio detenido
dejando susurros de perfume
por nuestro amoroso camino

Nadie cantará tu paso triunfal
tu esplendor, tu serena certidumbre
Nadie menos tú sabrá que el final
es otro gran comienzo

Vamos a la noche
sin miedo a su silencio

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Eidos

Te proyectas en mí cada noche, ahora,
siendo sólo el reflejo de quien eres,
en un lugar donde yo no estoy,
donde yo no puedo estar.

Te veo pero sin poder tocarte,
te respiro pero sin poder ahogarme
vivamente en ti. Te toco y desapareces.

Así te busco, vano intento.

jueves, 11 de noviembre de 2010

De amor creado

Siempre has sido tú aquella verdad en mí,
latido de mis latidos, voz en la voz de todos los cantos.
El eco de tus señales susurró el comienzo de mis pasos,
ineludibles hacia ti, ineludibles a tu fulgor secreto,
fulgor de íntimos abismos y de noches arropadas
por el amor más inocente. Aparezco en cada huella tuya
como lo eterno nunca nacido, despejada verdad
de mi ser inextinguible cálido en tus adentros.
Lo cierto es que yo fui siempre tú, que nunca hubo dos
en esta danza de amor sin tiempo, en este juego de espejos
que jamás cesó de transparentar el hilo inmutable
que une nuestras almas, a veces aparentemente distanciadas.
Pero nunca hubo distancias entre lo mismo,
entre lo siempre siendo uno y todo
en la totalidad de la luz creada.
Por eso canto a tu amor
que es el mío. ¿Cómo no cantar
a la música que siempre acompaña?
Jamás fui sin ti, jamás fuimos distintos...
Te amo en la luz que me desvela,
te amo antes del principio,
en medio de lo eterno sin principio,
en medio de nosotros, donde ya no queda nada
que no sea nunca nosotros.

Misterio de la luz

Sobre una hoja de azul infinito

se balancea la niebla ensimismada.

Sobre un cuerpo de arcilla, seco

y luminoso.

La luz no se esconde

ni finge presencia cuando se pierde

y nos ciega. Cuando es oscura y no es,

cuando resuena como aroma inconstante en la verdad.

Krishna


Soy el ser que siempre ha sido, 
la luz del mundo, el silencio creador...
Soy el cielo amplio, sin fin, que todo lo contiene,
la gota y el océano, la voz y todos los cantos...
El origen, el destello de los comienzos, los astros infinitos
poblando el silencio, los espacios y los mundos del espíritu...
Soy el no-fin de los instantes, el principio incesante, la potencia
de los cuerpos amantes, de los cuerpos nacientes, de los cuerpos completos...
Incapaz de contenerme me expando hacia la nada y regreso al todo.
Nada me limita, el amor crece y vuela y sueña amaneceres, 
abrazos incontenibles, besos profundos, encuentros serenos...
He nacido en algún punto de lo eterno, sin antes ni después,
en medio de lo absoluto, como semilla de universos inexplorados.
Soy hijo del amor sagrado, de la luz compasiva que amanece las formas,
del sonido celeste que puebla de cantos bellísimos lo callado y lo posible.
Me expando como la rosa hacia la pureza,
me expando como los amantes hacia el abrazo,
me expando sin límites como los cielos hacia el milagro de la noche.
Y duermo, y despierto, y soy creador y silencio, sueño y realidad, todo y nada.
Soy Krishna, la luz del amor consciente.
Y vivo, y me amo, y te amo... eternamente.

Queda el amor


Queda el amor en el vacío,
queda el vacío eterno
del amor.
Queda la luz, el abrazo,
la comprensión, la cálida
y silenciosa comprensión
queda en el amor, en el vacío.
Quedas tú, queda el amor,
quedo yo, contigo, conmigo,
en la unidad constante,
en la sonrisa sin tiempo,
en la mirada tranquila.
Queda el amor, descansando,
reposando, viviendo,
vaciando y llenando de luz
el silencio, la serena llama,
la gozosa paz de nosotros.
Unidad, unidad del amor
que queda en el vacío,
en la nada eterna,
en el manto universal.
Queda la luz, quedas tú,
quedo yo, amantes sin nombre,
gotas de silencio, océanos
de eternidad.
Aquí descanso,
contigo,
conmigo,
en luz tranquila,
en dulce reposo
sin dos.
Te escucho, te siento
y guardo silencio.
Habla la voz, la música celeste
del corazón,
el alegre niño inocente
del amor.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Al fin


Al fin vi la transparencia,
el gesto exacto, la mirada primera.
Al fin toqué el tacto preciso de la luz.
Las estrellas eran dentro, el sol, los instantes...
Dentro de un vacío de noche eterna.
Al fin toqué la noche del amor, el misterio
que daba lugar al amanecer de mis ojos.
La cama estaba vacía, llena de inmensidades
sin forma, llena de prefijos y arcanos
de cuerpos inacabados susurrando un comienzo.
Al fin sentí tu tacto, tu caricia, tu vendaval infinito
de amor. Al fin sentí tu noche en mi día sin hacerse,
en mi hueco preparado para el milagro.
Y entraste, me amaneciste con un suspiro,
con un abrazo de océano y de cielo sin confines,
y el corazón se postró silencioso y la ausencia
se tornó privilegio de tu llegada, dicha regalada
para nadie. Y al fin, vacío de mí, pude contenerte...

Alma de amante


Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.
Miguel Hernández

Todo el dolor contenido fue forjando
el más bello amor. Inexplicable concebir la herida
como una luz que brilla enamorada, sanada,
entregada al resplandor de una verdad eterna.

Todo el amor interior, sentido, me fue hablando
de mí mismo, de las sombras que me acechaban
al mirarte, al suspirar la potestad de tus alturas.

Como un amanecer que canta en la noche de mis sentidos
-calurosos e incontenibles como el sol más potente, como
cascadas deseantes- la verdad del amor fue apareciendo, entre tanto,
calmada, aparcando su pasión del comienzo, entrelazando silencios.

Una vez morí por tu amor, tú que eres yo, espejo deseante.

Una vez no fui yo en el amor por ti… y morí de no amarte
viviendo en el deseo, en el amor ausente, en la herida
de un alma separada de sí misma.

Hoy te amo como me amo.
Hoy te amo como he amado mis luces y mis sombras.

De luz y sombra está hecha mi alma de amante.
De luz a la luz y de sombra a la sombra.
De noche al día buscando entre sueños el camino mágico del encuentro.
De oscura pasión que se mece en los abismos sagrados de la luz
está hecha mi alma de amante.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Amor sagrado (Tantra yoga)


Te entrego un silencio en el instante mágico 
una mirada que hable torrentes de amor
un océano en mi beso para bañar tu boca
y estremecer tu alma
Te entrego un corazón sereno
que acaricie el tuyo
y te ame con latidos infinitos
En la caricia y en el aroma el amor se dilata,
crece y se alarga entre instantes eternos
penetrando a lo sagrado
Mi cuerpo se funde con el tuyo
creando un solo cuerpo
jugando más allá del tiempo y de la mente 
mirando a lo divino en la verdad del ser entregado 
El olor de los bosques, de la piel, del viento 
y del incienso, de los ríos desbordantes...
todo es melodía de amantes, de eternidades...
Y nuestros cuerpos se rozan, se acarician 
en la meditación del tacto y del aroma,
en el tantra del corazón profundo 
que sabe que dos cuerpos mortales,
cuando se aman y vuelan,
son avatares y dioses

martes, 2 de noviembre de 2010

Silencios

En la quietud de los instantes
el silencio se desprende como hojas secas
mientras el viento las mece y acaricia.
El silencio susurra, como la voz del viento,
su misterio y su profundidad,
su espacio sin materia, su eco infinito…

Noble silencio

Presenciar este instante. Silencio. 
Un silencio de fondo lo penetra todo.
Las palabras resuenan
como un ligero manantial
y vuelven a su fuente,
a su origen innombrable,
allá donde la no-mente es soberana
en su silencio noble. 

miércoles, 20 de octubre de 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

Aire

Caminas el silencio de las rosas
entre aromas que amanecen.
Amante del viento,
te estremeces
en éste su sonido fresco y constante.
Pálpito de la noche,
miras el ocaso
con el deleite renovado
de igualarte a la claridad
de sus estrellas.
Pálpito del día,
el alba reaparece a través tuyo
abrazando al sol
en fiel saludo de hallazgo.
Guardas el perfume
que acaricia el tiempo
en el ahora
y todo es la misma y múltiple
maravilla del sonido fragante:
el sabor, el tacto,
la luz y la conciencia
llenando lo que eres
de más ser rebosante.
Y ya todo te respira,
porque tú eres, eres el aire,
el aire siempre rebosante.

Amor al fondo de la luz

Una sílaba sin labios, un devenir
perdido entre señales de humo,
entre brotes de conciencia.

Un día, un día para vernos los dos
sin espejismos, sin la sombra-reflejo
de tantas inquietudes. Un día
que se fue tras el aire del instante.

Fuimos algo que alumbró detenido
un despertar acaso, una onda
naufragada de secretos latiendo.
Fuimos el sol y la palabra vencida,
la precipitación del aire y la insolación
de la esperanza. Quedamos en lo ido
como en un destino ajeno, como en aquello
que fue visto sin nosotros, en cualquier parte.

Quedó una memoria, en el corazón,
sonando, que todavía nos despierta
a medianoche, como a dos extraños
que no olvidan que siempre
se han amado.

Quedó una memoria,
en el corazón, sonando…

El margen de la luz es el aura de la nada.

A ti, que siempre eres

Somos dos cuerpos no hechos de tiempo
que se abrazan ajenos al pasar,
absortos en su mundo
de entregada devoción.

Mundo evidente, de ágiles susurros
y de ropajes tenues, desatados, sinceros,
donde beben nuestros cuerpos
el néctar de su gozo,
el circundante hábito de esconderse
y reencontrarse en juego amante,
en sigiloso ofrecimiento de amor.

Toma mi dicha, esperanza abierta
de los días, recorrido de la piel
y sol de estancia infinita, musgo
que cubre placeres, recónditos
huecos de deseo, querencias
múltiples de lo interno y venidero.

Toma mi dicha, esta exhalación de gozo.

En el amor, sólo en el amor,
te encuentro y te conozco.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Amanecer de dos amantes

Te busco en el encuentro de tu mirada.
Recojo el instante tuyo
que se entrega a luz diversa,
haciéndose una y pura
la llama profunda que tu amor desvela.
Entre visitas furtivas
nuestro encuentro de amantes
regala tu voz al día,
saliendo de nosotros
para entrar en el yo-nuestro,
yendo hacia el sueño encumbrado
de dos labios que se funden
en la luz de la mañana.
Y entonces amanezco,
amanece, amanecemos,
acariciados por el aire
que mece nuestras almas.

lunes, 11 de octubre de 2010

Amada belleza de entonces

Creí volver a ti definitivamente 
y me encontré el camino cegado por el bosque. 
Antonio Colinas 

Y es que me agoto de soñarte idéntica a como eras,
la misma luz de entonces, el mismo pelo,
el mismo silencio alrededor de mis palabras.

Me agoto de pensarte todavía más bella, más perfecta,
tal vez sea esta nostalgia mía que dulcifica
el terrible pasar del tiempo. Yo no sé porqué lo hago.

Y enmudezco entre las sombras del pasado que exageran
el paisaje de ahora, con su callada intensidad
que habita en mi cuerpo solo.

Me agoto de iluminarte con un pensamiento apagado en ti,
luciérnaga de mis espacios, caprichosa belleza
que los dioses sembraron para su propio deleite.

Eras hermosa, eres todavía hermosa entre recuerdos,
casi más joven, como si el tiempo
hubiera resuelto entregarte,
secretamente,
eterna primavera.

Pero a menudo dejo de engañarme y comprendo
que estás muerta. Muerta para siempre en el tacto,
en el romper anhelante de los cuerpos, en el aroma,
muerta para siempre en el ahora. Muerta y perfecta
en mi memoria.

domingo, 10 de octubre de 2010

Bernini imagina el rostro de la belleza sagrada

El éxtasis de Santa Teresa


Música de Bach para el recuerdo.
La tragedia detenida.

Trepan por la memoria
instantes del pasado.

Tus ojos barrocos castigan mi silencio.
Te observo y me detengo, creyendo
de ese modo detener también el tiempo.
Tus ojos entornados castigan mi silencio.

Aquí, ahora, eres materia de mi sueño
y forma sin rostro para mi deseo.
Tu altitud erótica habita en mi letargo,
busca mis manos, arde en lo secreto.


La piedra ha encontrado unas manos
que la conviertan.
Una manos que revelen
su imagen real y oculta.

Esta música y mi memoria
moldearán tu apariencia inocua,
convertirán en belleza sagrada
lo que antes fue cuerpo difunto
y desolado de la naturaleza.

Me entrego a tu palabra, la piedra tendrá tu aliento,
tus ojos entornados acariciarán mi silencio.

Noche abismal

Noche de abismo. No dicen nada las palabras. Mi cuerpo se reclina en el silencio. Hay mar y tempestad en la esperanza, una furia de presente lleno. Pero todo se calma, se evapora, con la brisa azul del fondo del espacio. Las nubes son un eco, el aire una mujer enamorada susurrando sus encantos, el eco una mirada profunda que quiere ser memoria. El mar ofrece su ritmo a la noche, su estrépito de agua sonora, su abrazo al silencio, coronándolo de música. Y llueve, llueve dentro de alguien, llueve dentro de alguien un desamparo inédito. Alguien ha comprendido la vida, el dolor, la muerte... Por eso llora tan de dentro y prefiere oír el canto de la noche antes que ser él la voz de su propio llanto. La armonía está dispuesta, su cuerpo ha sido dejado sobre la arena como una cosa más, natural y quieta, movida por el aire entre un respirar de sol y fuego y noche. Del frío pasó al llanto cálido, del dolor a la comprensión amorosa de ser hombre, frágil y perdido, pero abierto y dispuesto a ser lo que ya es: un corazón sensible. Este cuerpo que veo, ahí reclinado, es el mío y el de nadie, mi alma está ahí y en otra parte, en todos los lugares, en todos los mares, en todos los seres y mundos y vacíos estelares.

Destino

…y el naufragar me es dulce en este mar.
Giacomo Leopardi




Aquel que eligió el más transitado de los caminos,
comprendió después que siempre se regresa al encuentro
con la propia soledad.

Aquella soledad que le aferraba y de la que no podía desprenderse.
Pero esa soledad – él no lo sabía- la necesitaba, e incluso la deseaba.

Más tarde supo de lo desconocido,
abarcó –en su silencio- los enigmas de la existencia,
mientras callaba su cuerpo dolido
y ardía su alma en el placer de la certeza.

Fue al encuentro de lo invisible,
quiso hablar con las sombras futuras,
decidió recorrer la línea del viento
tras el suspiro ante un atardecer inmenso.
Y no halló más que palabras difuntas,
gestos hirientes, verdades atrapadas
en el candor de un instante desvanecido.

Pensó: ‘La realidad fue espejo y su cuerpo
apariencia extraña de lo visible.’

Después escribió, buscando al verso: ‘Su cuerpo, el reflejo de quien le observa,
es otro, ninguno, es todo o nadie.
Somos a los ojos del otro, una realidad distinta,
una ficción que nos proyecta en débiles quimeras,
en cenizas que aguardan al viento
y caen como materia esparcida sin destino alguno.’


Ahora esperas el comienzo. Tan tarde, tan cansado.

Poema de amor

Podría escribir los versos más tristes esta noche, escribir,
por ejemplo, que mi vida sin ti ya no tiene sentido,
que fue un sueño nuestro amor y nuestra existencia.

Podría escribir que tu mirada hablaba desde lo secreto,
que el deseo apenas soportaba la espera, que una caricia
fue el principio del fin: pasión creciendo hacia su cima.

Pero podría también no escribir, dejar que las huellas
se disiparan en el tiempo y que jamás se supiera lo terrible.

Podría no escribir que
vinieras y te fueras dulcemente,
desde el ocaso en que era plenitud tu presencia.

Podría no describir lo infinito de un beso en la madrugada,
tu suave tez recorriendo mi cuerpo anhelante, las horas
en que éramos ciega alianza en sagrada comunión.

Podría y no puedo describir ahora lo que se ha tornado
en tristeza de suspiros y en húmeda despedida.

Pudiera y no quiero desvelar la sombra de mis aspiraciones,
la exacta estela de tus brumas, las lágrimas prohibidas del adiós.

Pudiera pero no quiero hablar de ti. Amor.

Despertar

Los grillos me hacen despertar
y me recuerdan
lo silencioso que es el mundo.

Inútil belleza

Hazme luz de sinfonía,
eco de sonata triste
y de luna furtiva.

Hazme pasajero
de tu viaje oculto hacia la palabra
y no te escondas donde pueda verte,
me basta con sentir tu presencia.

Quiero sobrevivir sin apuros a la belleza
que tanto duele cuando se muestra absoluta: inalcanzable.

Quiero sobrevivir a la belleza
cuando la roce con mi humana piel
destinada a envejecer.

Quiero ser dueño del valor de existir entregado a todo, incluso a lo real.

Soñar despierto

SUEÑO el sueño de la vida, su luz interminable
agita lo más hondo, ciega el instante
que precede al ahora y un segundo
lo da por alcanzado.

Cada minuto que pasa es el tiempo que me falta,
inútil recuperar las señas,
los matices cotidianos:
la incertidumbre o la idea se van alejando
como un lento eco que se pierde en el aire.

En lo más hondo
tu cuerpo
fundiéndose
con el mío
y un sueño que lo recubre,
sueño de otro sueño que fue vida
o deseo.

Ilusión de luz aplacada que nombra mi memoria
en la soledad de la noche, que fiel
como las aguas de Heráclito, ya se aleja
y se pierde con las pasadas noches
que alguna vez moré y que ahora,
olvidadas en lo más hondo del presente,
habitan fugitivas el territorio recobrado
que ya no les pertenece.

Un día esa luz daba sentido y nombre al espacio,
nunca la claridad debió abrazar la noche,
como se abraza una jarra de vino
en la tristeza.

Amor sin tiempo


Hoy dejamos descansar en el amor la memoria del tiempo,
fuimos libres como estrellas infinitas, iluminadas
por el clamor de la luna, enamorada y bella.
Fuimos instante sin tiempo completo de inocencia, 
perfecto de voz serena cantando melodías 
de pureza. El blanco cisne de tu alma mora
en el corazón de las noches cálidas, dulces aires recogen
las alas de tus silencios, ángel de vida profunda. Eres
la serena medianoche y los atardeceres misteriosos,
el leve perfume enamorando al aire, la blancura perfecta
de los astros. Eres el amor sin tiempo, el amor que siempre estuvo,
el amor que estremece de ser cierto y no termina de iluminar
el universo. El cielo y el sol deslumbran tus senderos
de noche cierta y de corazón abierto.
Te amo, noche secreta en que aparezco junto a ti, mirada eterna
en que crezco al sentirte nacer a cada instante sin tiempo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Coches de juguete

Juraría que fue cuando yo tenía quince años,
las amapolas exhalaban su aroma perturbador
 y nosotros, como dos gotas de deseo, nos mirábamos,
sin comprender todavía el ruido que el amor desprende
de dos cuerpos entregados a la pasión, repletos
de violento y dulce ímpetu adolescente.

Tus cálidas mejillas amparaban mis labios
en la noche sagrada y erótica del rito
y los arcos vivos de tus senos alumbraban
impuestos ante mí:
como fieles simetrías del placer
en que yo era perdido.
Y fue colmándose de cantos
la noche ancestral de nuestra unión.

Y partimos de la adolescencia
como dos héroes sin destino,
apabullados de vida,
perdidos en ella
apasionadamente.

Ahora no soy más que la sombra
de ese adolescente,
el niño se pierde
en la memoria
triste y cotidiana
de los días.

Ojalá hubiera seguido jugando
con mis alegres y veloces
coches de juguete.

Ojalá la vida hubiese sido menos seria.
Herido me amparo en la noche perpetua
a un rostro perdido, manantial de felicidad,
que solloza hoy en su eterna putrefacción.

Con qué serena impavidez te recuerdo,
con qué amarga ebriedad intento olvidarte,
con qué horrible nocturnidad te persigo.

Y ya nunca amanece.

viernes, 8 de octubre de 2010

La vida que respiras

Vive con tu presencia el ser

que en todo se encuentra.

Respiras en la inmensidad del bosque
las ramas que acaricia el viento, la fragancia
de las hojas serenas, el verde latido
de los árboles
danzando en ráfagas verticales.

Respiras en ti lo que el cielo desenvuelve.

El azul infinito que vence los espacios,
la llama serena del sol que ilumina
esperanzas en la tarde.
El pájaro que canta donde nace la lágrima,
la calma del tiempo cuando ya es de noche.

Respiras en ti lo que el cielo desenvuelve.

El mundo apareciendo en la conciencia,
la flor desnudándose sencilla
bajo su claridad de primavera,
un gesto susurrando dulzura
sobre el vientre de la voz presentida.
El amor llenando lo que vive
con su aroma de más vida palpitante.

Respiras en ti lo que el cielo desenvuelve.

La vida, el mundo, es el hogar de todos los instantes.

Sonata de lo incierto

Los años pasaron entonces
lejos del recuerdo.

Sonríe en la fotografía
otro que no soy yo,
y me detengo absorto
contemplando aquel paisaje
ya abrasado por el tiempo.

Nada queda de esos días,
del mirar eterno hacia
el horizonte,
hallando caminos vírgenes
que mi mirada exploraba,
bajo el destello
de una inocencia enfurecida.

No reconoce su pasado
aquel hombre que fue niño,
aquel poeta callado que aprendió
a dialogar con las sombras
y a habitar los jardines difuntos
de su propia memoria.

Porque todo instante es la presencia
de lo definitivo, sé ahora cuantas conquistas
han de sumarse a lo perdido.

El niño que juega en las alamedas
no sabe que soy yo quien le escribe.

Aunque ahora me mira, me tiende su mano,
pero su rostro,
ya ha desaparecido.

Los días que te nombran

DESDE mi silencio contemplo las horas pasadas,
el arduo caminar de quien fue y de quien sintió
lo que ahora se torna en ausencia y calma de los días.

Se precipita hacia mí el reflejo de un mar soñado,
ya reseco en la plenitud de aquel que espera
y tiende su mano al aire indeciso de un anochecer sereno.

Son los días semblante lejano hacia otra sombra que me invoque.
Pues supe que el mañana es siempre del ayer, que no hallaré
otro cuerpo que tu sosegado contorno no complete.

Se proyecta tu extraño resurgir en aquella playa deshabitada,
donde reposo sumergido cada noche, como náufrago y
amante de esa otra música misteriosa que el océano
y la luna desatan,
en su inmensa y blanca oscuridad.

Imagen de piedra

(Poema de amor doliente)

… salí tras ti clamando, y eras ido.
San Juan de la Cruz


Quiso mi rostro ser piedra en tu memoria,
quiso el tiempo ser ceniza viva, mármol lejano,
convertirse en escorzo o tenue perfil de antaño,
como dos hojas nacidas del recuerdo,
cayendo en otoño, movidas por el viento,
posando en mis labios
su hondo suspiro eternizado.

Quiso esta palabra ser la última en este instante,
como la muerte, que danza sosegada,
sin conceder últimos retornos.

Recojo la suavidad de un ayer cristalizado,
el esplendor constante que emerge de la noche.

Recojo, en la inmensidad que me otorgaste,
una imagen de piedra para habitar
en la oscuridad que recorre mi cuerpo,
tímidamente, susurrando al silencio
aquellos lugares donde aún sangre la vida,
si pronuncio tu nombre.

jueves, 7 de octubre de 2010

Renacimiento

En la luz del mundo he visto tus claros ojos
y me he bañado en su verdad.
Ojos que a esta realidad envuelven
regalando su inmenso latir.
Vida, que de naciente frescura nos lleva
milagros entre flores, abrazos del viento.
Todo es signo y mensaje en esta tranquila noche
donde la luz usada renace con el día.
Signo del tiempo encendido, del clamor
de un silencio que habla la verdad con su misterio.
Vida, verdad, renacimiento.

Estrellas del paraíso

A mi padre

Vive la noche en mis ojos de luna despierta
recorriendo el misterio de lo inconcebible

Vive mi mundo en las estrellas del infinito
a través del sueño y el amor por lo eterno

Vivo en la profundidad de los océanos
atravesando la espesura del tiempo
en busca del esplendor de las luces

El sol calienta mis pupilas de nieve
y la luna enfría la llama de mi corazón

Día y noche, dentro y fuera de mí mismo,
avanzan y se ocultan calmando la herida
del sordo vacío de la existencia

Alguien canta a lo lejos pronunciando mi nombre:
¿es Dios, la muerte, la nada, soy yo mismo?

Alguien canta a lo lejos detrás de la luna
en algún lugar del infinito
donde los hombres no existen
y el tiempo y el espacio se expanden
hacia el frío incontenible

Vuela la razón por ese eco funesto
y oculta su miedo en la esperanza de que el sol
nunca se dé por vencido

Y nunca lo hará, porque está dentro de ti
y tú puedes invocarlo

Nunca lo hará, te lo juro,
porque no hay noche que venza
a la luz de la esperanza

Canta, canta a la luz
y verás el paraíso
más allá del espacio,
allí donde el corazón
vuela con el aire

Mente no nacida

Llegas al silencio, enmudeces, el canto callado de la meditación
se aproxima al eterno gozo del Nibbana. En ríos serenos y limpios
te embargas con la conciencia naciente y bondadosa, desapegada.

En ríos puros y sosegados tu mente se acuesta y descansa,
con la atención permanente, con el báculo vigilante del fluir calmo.

Te entregas al canto callado del No-Yo, la conciencia libre, vaciada.
Te entregas al sagrado Om, la sílaba del corazón del Buda.
Te entregas a otra voz que rige tu conciencia, la voz templada, serena.
Te entregas a ti mismo olvidando quién eres, naciendo en la respiración,
naciendo en los silencios del Dhamma.

Conoces el Noble Sendero, brilla en tu corazón.
Conoces el santo palpitar de la verdad en ti mismo.
Conoces el santo palpitar de la alegría en ti mismo.
Conoces el santo palpitar del Nibbana en ti mismo.

Gozas, caminas, eres... no siendo, no caminando, solamente
petrificado en el estar, imbuido en lo inmóvil,
atravesado por la Conciencia Serena,
por la senda desvelada del sagrado silencio de tu mente no nacida,
innata, original, tocada por la compasión y el amor, tocada por la Verdad.

Amor infinito

Espero oír tu voz el resto de mi vida,
quizá sea pedirte mucho
-que me acompañes hasta el final
y exploremos juntos la luz del mundo-
pero es todo cuanto busco.

Espero que me acompañes antes
y después del mundo,
cuando ya no quede nada aquí
y el destierro sea inevitable.

Espero sentir siempre tu presencia,
en los océanos o en el desierto,
en el corazón o en la quietud de la tristeza,
allá donde puedas recogerme
con tus abrazos de esperanza.

En cualquier región de mi destino
espero sentir la llamada de tu amor infinito.

Ser, sin más, en ti, en tu luz,
vida encontrada, búsqueda
amanecida.

Deseo del poeta

DEJAD que la música nazca en el silencio,
que los árboles se amen en el bosque oculto.
DEJAD que la vida sea el poema.

PORQUE la noche nos contempla,
y se hace oscura y profunda
al hallarla desnuda.

Es inmensa la palabra que no existe
porque en nosotros se revela el enigma
y el don de crearla.

Nace del deseo la palabra. Del mágico silencio.
Emerge del abismo la duda atesorada,
dormita en fuego helado, el don de la palabra.

El infinito

Se va la primavera,

quejas de pájaros, lágrimas

en los ojos de los peces.

Matsuo Bashô

Toma la huella, amada mía,

de mi infranqueable mundo,

síguela si lo deseas. Camina

hacia el ir extraño que comienzo,

si fuera ese tu deseo.

Yo recorro, mientras tanto, tu perfil

atento y conmovido, luz de ti en mí,

que te observo.

Casi un segundo y toda esa luz

ya permanece en mi eternidad

de amante náufrago. Casi un segundo

para que esta noche la soledad enfrente

el tiempo a tu imagen, que es deseo

sin espacio, belleza sola de los días

que ya no pasan.

Desde el comienzo estás en mí

y qué lejos de tenerte.

Eras manto en la noche fría,

ilusión para el despertar,

y qué lejos de tenerte

al hallarnos labio a labio.

Muere conmigo el recuerdo de ti,

y tú finalmente, al tocarte ya sin luz.

Mi mundo, solo y definitivo, no te pertenece

ahora que lo has franqueado. Es otro mundo

el que nace fuera de nosotros.

He de partir, amada mía, antes que el olvido.


Llegó la desolación, la mañana del tumulto

y la hora urgente que nos lleva

a donde no sabemos.

Luz, que alumbras las ruinas, no convoques

el terrible final, no permitas que arda la belleza,

no derribes senos y quimeras

y esperanzas.

No inaugures de la nada

otro infinito de verdades pasajeras.

Éxtasis de silencio

El amor fue un gesto, señal cómplice que daba comienzo a un suspiro sin tiempo. Fue un instante, una caricia del viento, una mirada en...