Descanso en la infinitud de mí mismo.
No hay nadie ahora, ni yo tan siquiera.
La noche vela en el crepitar de una llama.
Pronto ha de llegar el sueño.
No hay nadie en la infinitud de este instante.
Todo sucede. Todo parece abrirse a lo sin nombre.
Todo calla y es perfecto.
Todo descansa, sin saber más nada,
en la infinitud de nadie.
sábado, 4 de diciembre de 2010
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